Conocido en ambas orillas del Río Paraná por lo especial de su Unción con los Enfermos, el Padre Alejandro Pattersón es el fundador de la Escuela María Reina Inmaculada de Paraná, donde cada día hace carne la impronta de: "ayudar es querer, es pensar en ese amor que sale del corazón con generosidad".
El Padre Alejandro Roberto Pattersón es sudafricano de nacimiento, paranaense por adopción y nuestra ciudad lo reclama a menudo, para ofrecer misas y celebraciones en diferentes parroquias y como guía espiritual del Grupo Carismático Nacimiento del Niño Jesús. Intercala sonrisas con un español trunco que se hace entender con gestos y aún tras más de medio siglo en tierras criollas no se despega de sus lenguas maternas: el inglés y el francés. Su historia es la de un barrio de la vecina ciudad de Paraná que transformó con su esfuerzo y la de quienes confiaron en sus ojos celestes y un corazón tan ancho como su cinturón.
Responde al apelativo de "¡padre!", en labios de vecinos y los chicos que pasaron por el complejo educativo que fundó y que hoy forma a miles bajo el nombre y manto de María Reina Inmaculada, donde funcionan dos escuelas de la vecina ciudad. Sin embargo, la humildad lo lleva a utilizar en su discurso el llamado "plural de modestia" y omitir en sus palabras el pronombre que le da sustento ("yo").
UN SUDAFRICANO EN PARANÁPattersón llegó a Paraná en el año 1953. Su destino era la Parroquia San Miguel Arcángel pero al recorrer la ciudad la humildad del Barrio Macarone llamó su atención. "Empezamos hace muchos años y fuimos a visitar el barrio. Apenas hablábamos castellano, ¡peor que ahora! -bromea-. Paseamos por el lugar con los chicos y nos sorprendió cuántos perros había porque los perros son para defender, son compañía para el calor... Los chiquitos nos dijeron que allí había "cualquier cantidad de perros'; recuerdo que fue la primera vez que escuche decir "cualquier cantidad'. Para los perros no pudimos hacer nada, pero para los niños sí", cuenta entre risas mientras intenta hilvanar todo lo realizado en los últimos años. Tornando su amabilidad en un rostro conmovido, Pattersón expresó que "sabemos que la pobreza no es un problema sólo económico sino también cultural y por eso poco después de empezar el comedor nos propusimos ayudar a estos chicos".